RELOJ DE ARENA
Muy pronto
no me quedará de vos
más que las fotos fantasmales de la infancia
esas imágenes apagadas de una realidad
para siempre perdida y para siempre inalcanzable:
esas fotos donde posás con tu traje de basquetbolista de los Grifos
tus piernas torneadas y fuertes
bajo la calzoneta satinada
—esas mismas piernas que ahora apenas te sostienen—
Tu mirada en estos días
me recuerda los globos y su manera de flotar leves
sobre el aire.
¿Cuánto de vos se ha ido ya?
¿Cuánto de vos se aferra aún a las bolsas de arena,
al lastre que tirarás por la borda
hasta que al fin te alcés en tu nave de colorines
y te perdás detrás de las nubes
tu mano trémula haciendo el último esfuerzo
por decir adiós?
Has regresado a una niñez desvalida
ya sin juegos, sin nada que aprender.
Te hablo como a un párvulo.
«Todavía faltan unos pasos para llegar a la grada, papá.
Esperá, no levantés el pie todavía»
Y me obedecés con un aire entre arisco y agradecido
porque en tu percepción de vos mismo
los ecos del pasado tienen más realidad que éste tu presente
a tientas.
Serio y callado, íngrimo como un náufrago
en la cascarita de nuez de tu cuerpo
tu voz ya sin aire en la garganta
te deshacés frente a mí.